Hoy es el día internacional de la Parálisis Cerebral, y todas las incitativas se han centrado en dar visibilidad de la PC a todas aquellas personas que no conocen bien lo que es y lo que supone este diagnostico.
A mi me gustaría, desde mi experiencia hacer algunas reflexiones sobre la Parálisis Cerebral, palabras que hasta no hace mucho me costaba hasta pronunciar. Pero lo cierto es, que cuando las pronuncias mucho y te acostumbras a ellas, pierden bastante fuerza.
Es importante saber que la parálisis cerebral es una lesión en la cabeza, que aunque a veces afecta cognitivamente, en muchas ocasiones no, y que hay personas en plenas facultades mentales, cuyo cuerpo no le responde como debería.
Esto que a priori, es sencillo de contar y entender, tiene como consecuencia que muchas de estas personas no puedan llevar una vida feliz, y no porque no puedan jugar al futbol, no puedan andar, no puedan hacer escalada o necesiten apoyos para determinadas cosas, si no porque, a menudo tienen numerosos ojos puestos encima, ojos que les miran con lástima y con tristeza, porque hay personas que dan por hecho que no van a poder decidir lo que quieren comer, porque en ocasiones no pueden estudiar lo que quieren porque no se les da la oportunidad o porque sus propios padres deciden lo que esta bien y esta mal para ellos.
Y, ¿sabéis que?, he conocido a personas con Parálisis Cerebral con licenciaturas, con una autoestima increíble, con una vida interior mucho más rica que personas sin ninguna lesión, personas que disfrutan escribiendo, personas que disfrutan con pequeñas cosas del día a día, que pasan inadvertidas para el resto. Y todo esto, teniendo que luchar por unos derechos, una integración social, que injustamente muchas veces no tienen.
Así que desde aquí, a ti que lees esto, te pido que cuando veas a una persona en silla de ruedas o con PC, no sientas pena, puede que esa persona sea más feliz que otras que conozcas sin PC, y al final eso es lo que todos buscamos, ¿no?. Mírala como a uno más, es decir, no más de lo necesario, ni más de lo que mirarías a otra. Piensa que dentro de ese cuerpo, que puede que no responda todo lo bien que debiera, hay un corazón que siente, exactamente igual que el tuyo.
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