Seguimos con nuestra rutina diaria, Dani sigue con sus ejercicios de ABR, su fisioterapia, logopedia, y su terapia de integración sensorial. Ninguna novedad que pueda resaltar, tiene días mejores y días peores, estos últimos suelen coincidir con estirones y etapas de crecimiento.
En la ultima revisión con el neurólogo, nos dijo que en 6 años notaríamos un importante cambio a nivel motor, que Dani estaba ahora en el peor momento. Esto en el momento, te hace sentir muy bien, pero por la experiencia empiezas a ser más precavida con las cosas que te dicen, y mucho más realista.
Hay cosas que cuando Dani era pequeño a penas se notaban o se podían confundir con el hecho de que era pequeño, pero según se va haciendo mayor, te das cuenta de que las diferencia con un niño de su edad se manifiestas muy claramente. Por ejemplo, cuando hablo con él por teléfono, y no le tengo delante, es cuando me doy cuenta de la verdadera afectación en su forma de hablar. Esto demuestra que con el tiempo, tu realidad la conviertes en lo normal, sea como sea, pierdes la perspectiva de lo real, y solo cuando la ves desde fuera, comparándola con algo, es cuando ves la diferencia. Y el darte cuenta de esto hace que te sientas mal, muy mal.
Y esto es lo que sigue inmerso en nuestra rutina, la montaña rusa de emociones, el sentirte bien un día porque ves a tu hijo andar más recto, y mal otro, porque te dice que ha jugado solo en el recreo porque ninguna de sus amigas quería jugar con él (tiene asumido que a los juegos de niños ni lo intenta).
Pero bueno, como en todas las realidades hay días mejores y otros peores ¿no?